martes, 10 de agosto de 2010

Crónicas desde la ribera del Estigio (pt. III)






¡Hola Antoine!

la ventaja de la incorporeidad radica en la posibilidad de acceder a cualquier punto del espacio y el tiempo de nuestra historia personal o de la historia de la humanidad, así como también la posibilidad de ser el ghost in the shell, cada vez que se quiera, por eso ahora ingreso directamente a mi antiguo blog para postear fantasmalmente esta epístola y seguir relatándote estas crónicas desde el Estigio.


Conversando con tres grandes

¿Te acordás Antoine que en mi última carta te contaba que iba rumbo al continente antártico en compañia de H. P. y de su amigo Randolph Carter?, ¿te acordás también que te dije que con el Barquero Caronte habíamos sostenido amenas e interesantes conversaciones en las largas noches de navegación rumbo a las Montañas de la Locura?, pues esta vez trataré de reproducir lo más fielmente que pueda una conversación que tuvimos los invitados con el anfitrión en su camarote especial, mientras la tripulación luchaba en cubierta con las amarras y los cabrestantes y las velas para que el maëlstrom de los mares del sur no hiciera trizas la frágil embarcación.

habíamos acabado de abandonar la zona del triángulo del dragón en aguas del sudeste asiático, luego de atracar en el fantástico puerto de Sattahip al norte del golfo de Thailandia para visitar los subterráneos pasadizos secretos de templos budistas, en busca de arcanos jamás revelados a los simples mortales acerca de los umbrales trasdimensionales que se usan para acceder a nuevos e ignotos mundos.

los tres, expertos soñadores, aprendices del gran Edgar Allan. H. P. superando al maestro Chambers. Randolph, un soñador nato, visionario de paisajes inefables que ningún hombre ha visto jamás, reconocidos son sus relatos sobre sus aventuras oníricas que comienzan en Nueva Inglaterra y terminan en lejanas esferas dimensionales en los que ni la luz de las estrellas puede verse. y claro, Caronte, el gran Barquero de las almas, quien si bien no sueña nunca, es porque todo lo ha visto ya. toda una eternidad en los avernos lo han hecho un experto para distinguir visiones "reales" de ensoñaciones o de alucinaciones simples.



sentados alrededor de un fuego que ardía con ganas, tomando un vino tinto añejo que se había extraído de un antiguo galeón español hundido hace mas de cinco siglos por piratas en aguas del caribe, la conversación fluía mas o menos así:

Randolph Carter: ¿cómo hace Ud. Barquero para distinguir una visión de una alucinación o de una ensoñación?

Caronte: el método es sencillo, Randolph, ud mismo lo practica de manera inconsciente aún. el secreto está en ver y no en mirar. La visión así sea de un ente descarnado, tiene consistencia, la alucinación está en tu propia cabeza, por lo tanto no la puedes mirar, solamente la puedes ver. La ensoñación es algo más complicada, porque está en un estado intermedio, puedes ensoñar visiones, pero no soñar alucinaciones, asi que cuando dominas el ensoñar (en la vigilia o en el sueño) es porque has dominado el ver.




R. C.:
lo entiendo, Barquero.

Howard Phillips: el secreto radica en ver, como bien lo dice Caronte, pero debes afinar tus demás sentidos físicos y la intuición también. en una ensoñación los entes descarnados pueden aparecerse de varias formas, disfrazarse como egos, como amigos o familiares fallecidos, etc. pero los distingues porque sus ojos carecen de brillo y su sombra es bastante difusa y traviesa.

Leo Le Gris: ¿y cómo distingues a un espíritu de un muerto de una alucinación del mismo? muchas veces estando despierto y en los cinco sentidos he visto algunos, así como en ciertas experiencias en tierras amazónicas he alucinado con espíritus de familiares muertos que han regresado para comunicarme algo, ¿ambos fueron reales?, ¿alguno era un ente diferente del alma del familiar muerto?

C: de nuevo debes aprender a ver, ve a los ojos, no mires. para ver se necesita todo el cuerpo, si quieres somatizarlo en una zona, queda junto al bazo. si los ojos brillan es porque alguna vez tuvieron vida humana, los de los entes descarnados son difusos y opacos, cuando los ves en lugar de mirarlos puedes distinguir un halo resplandeciente en los que alguna vez fueron humanos. acuérdate que los hombres son seres de luz, los entes provienen de la obscuridad.

L: Queda claro, Barquero. pero, ¿por qué tuve que morir para empezar a ver?

H. P. ¿quién dice que lo estás?

R: yo sigo percibiendote Leo, para mí no has muerto. es mas, estás más rozagante que nunca. En cuánto a tu pregunta, en cuanto al ver, ¡eres un suertudo hombre! ¿conocías el truco acaso?





en ese momento callé, por prudencia. debo confesarte que entonces recordé cómo había muerto. pero esa es otra crónica.

nuestro viaje prosigue, he visto mi primera aureola austral, las ballenas acompañan cantando las noches de luna, rituales macabros en olvidadas islas, cultos paganos, lenguajes primordiales, ahora quería divisar algunos "entes" y lo mejor es que todo puede suceder... hasta pronto Antoine, ya tendrás noticias mías.


Leo


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