Desconocer las poderosas fuerzas que urde la historia denota una ceguera monumental, tal vez acaso igual o superior a la de MacCarthur, cuando desata la batalla por la Manchuria. Ente belicoso, no le bastó todo el desangre de la segunda gran guerra, ahora iba a por el León del Este desde el paralelo treinta y ocho, allende el río Yalú.
Corea sangra dividida, presa del poder bipolar. Precisada a pagar a costa de su gente, cruel recompensa por las atrocidades del pasado que aun hoy marcan su trajinada identidad, su ideal de nación. Son poco menos que cuatro millones de muertos.
Cabezas Necias que lo llevan todo al extremo, construyen muros que dividen los corazones, ajan las esperanzas, imponen barreras a los sentimientos. Aquel que escala el muro y vuelve a su lugar, ese debe marcar el camino de la inminente caída de la rigidez mental representada en aquellos ladrillos y garitas; es él quien debe mostrarnos lo que existe más allá de ellos, debe señalar al hombre ajado en dos –destrozado en sus raíces pero que se resiste a morir y que terminará sacudiéndose, tirando el muro por tierra–, el lugar en donde brota de nuevo la felicidad, el comienzo de algo totalmente diferente y estremecedor, la retoma de las riendas para encausar su carro de la historia por los caminos del progreso y la unidad. Se necesitarán décadas de un trabajo arduo para recuperar el lugar que les es merecido en el globo.
Las fuerzas se desplazan nuevamente y dama Historia avanza en su ruta de oprobio, de muerte, de injusticias y vicisitudes, incluso de estabilidad y progreso, de abundancia y de paz. Se debe analizar, entrever la mecánica sutil del enrevesado entretejido político– económico–social del devenir humano, el precio siempre es alto se sabe de antemano, la insolubilidad de ciertas cuestiones importantes se haya más allá del área de influencia de la ONU, la Mano Negra hace de las suyas traficando con todo lo que se pueda imaginar. La esperanza en la Ciencia, contrario a lo que se pensaba en un principio, lejos de encaminarse hacia el verdadero progreso, a degenerado en un sutil mercadillo en el que se vende conocimiento al mejor postor: desarrollos bélicos garantizados en unos pocos años o construya su propia bomba nuclear en casa.
Las fuerzas de la historia no se ocultan, es el hombre ciego quien no se da cuenta que vienen tras suyo a patearle su lustrosa retaguardia porque le dio por jugar un ratito en la jaula del tigre y ahora no sabe como salir de allí. Es mejor no meterse con el gatote, pues el zarpazo puede resultar mortal. Bien hizo Truman cuando ordenó a su comandante que descansara y tomara el té; que dejara eso de la China para otro día y se dedicara mejor a escribir sus memorias.
Corea sangra dividida, presa del poder bipolar. Precisada a pagar a costa de su gente, cruel recompensa por las atrocidades del pasado que aun hoy marcan su trajinada identidad, su ideal de nación. Son poco menos que cuatro millones de muertos.
Cabezas Necias que lo llevan todo al extremo, construyen muros que dividen los corazones, ajan las esperanzas, imponen barreras a los sentimientos. Aquel que escala el muro y vuelve a su lugar, ese debe marcar el camino de la inminente caída de la rigidez mental representada en aquellos ladrillos y garitas; es él quien debe mostrarnos lo que existe más allá de ellos, debe señalar al hombre ajado en dos –destrozado en sus raíces pero que se resiste a morir y que terminará sacudiéndose, tirando el muro por tierra–, el lugar en donde brota de nuevo la felicidad, el comienzo de algo totalmente diferente y estremecedor, la retoma de las riendas para encausar su carro de la historia por los caminos del progreso y la unidad. Se necesitarán décadas de un trabajo arduo para recuperar el lugar que les es merecido en el globo.
Las fuerzas se desplazan nuevamente y dama Historia avanza en su ruta de oprobio, de muerte, de injusticias y vicisitudes, incluso de estabilidad y progreso, de abundancia y de paz. Se debe analizar, entrever la mecánica sutil del enrevesado entretejido político– económico–social del devenir humano, el precio siempre es alto se sabe de antemano, la insolubilidad de ciertas cuestiones importantes se haya más allá del área de influencia de la ONU, la Mano Negra hace de las suyas traficando con todo lo que se pueda imaginar. La esperanza en la Ciencia, contrario a lo que se pensaba en un principio, lejos de encaminarse hacia el verdadero progreso, a degenerado en un sutil mercadillo en el que se vende conocimiento al mejor postor: desarrollos bélicos garantizados en unos pocos años o construya su propia bomba nuclear en casa.
Las fuerzas de la historia no se ocultan, es el hombre ciego quien no se da cuenta que vienen tras suyo a patearle su lustrosa retaguardia porque le dio por jugar un ratito en la jaula del tigre y ahora no sabe como salir de allí. Es mejor no meterse con el gatote, pues el zarpazo puede resultar mortal. Bien hizo Truman cuando ordenó a su comandante que descansara y tomara el té; que dejara eso de la China para otro día y se dedicara mejor a escribir sus memorias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario