Inevitables juegos del destino e innumerables decisiones no siempre acertadas. Postergando lo impostergable, jugando a creer en algo que de antemano se sabe incierto, dudoso y cuya respuesta inexorable ya se avisora. Y aún así, aún con todo esto, sigues jugando, sigues creyendo, sigues barajando las cartas... Ah!, que bueno sería deshacerse a gusto de los malos recuerdos generando otros nuevos y buenos. Se me antoja que es similar a una visión... la entrevés pero sin saber a ciencia cierta que rostros y que lugares la componen. Difusos sueños premonitorios. Las señales están ahí, es sólo que no prestamos suficiente atención, seguimos ciegos y sordos y enloquecidos por la certera ruta hacia el abismo de la sin razón, del desgarro del corazón. Somos como locos furiosos que no saben -ni quieren- detenerse sino hasta cuando es demasiado tarde ya. A sabiendas de las consecuencias añoramos los abismos, pues es en ellos en donde desplegamos las alas en el último instante para elevarnos hacia otros cielos, hacia otros paraísos aún ignotos.
13 / I / 009
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