Tan lejos, tan lejos de todo, entre la multitud y tan lejos del Todo y de todos. Silencio ensordecedor de las conversaciones que fluyen llenando el espacio inconmensurable del entorno en decadencia líquida de rojo atardecer.
O a solas con un café humeante sobre la mesa gris plomiza y que desaparece a sorbos bajo la tarde neblinosa y fría – llovizna de diminutas lágrimas –. Y tan lejos de todos y del Todo, divagando por entre cielos ignotos, pensando en no sé qué misterios ocultos en mundos bizarros, distantes, inimaginables. A solas con el humeante galois para acompañar la agonía; lenta y placentera agonía de las Eras consumida en diligencias inútiles y reglas desquiciadas, en un mundo que hiede y que destiñe, aciaga nomenclatura del Ser oculta tras las células en donde la grandeza se torna cosa de avanzada.
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