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I
(Morning)
Mañana fría, radial, alicaída
parpadeos matutinos que acarician la noia.
un “Hola mundo!”, es demasiado para mí hoy.
un “Al fin es viernes” me gusta más.
Mañana lenta y fría
desplazándose como caracol sobre mis días
arrastrándose sobre mis horas y mis delirios.
Quiero seguir soñándote pero no debo,
son ya las diez y media.
La radio comienza a aburrirme también.
La lección de Yoga a las once,
algo sobre la meditación y el Saludo al Sol.
Cuán reconfortantes resultan las palabras sabias
no importa de dónde provengan:
Whitman o Chopra,
Bowie o Virkin,
John o mi papá,
Mis amigas, los camaradas,
Buda o Jesús,
Kerouac o Louis.
Tampoco importa la hora del baño,
el reloj hace rato que no da la hora.
No he comenzado a fumar y ya deliro.
El almuerzo es frugal, diríase que hasta sano,
equilibrado, delicioso.
Ha llegado al fin la tarde
y la vida apenas comienza.
II
(Tarde)
La tarde nunca perdida,
aplazada.
Van siendo las cinco. Apenas.
Afuera el sol reluce, la luz es agradable
quiero salir y volver hasta la noche…
Mientras los chicos de Jane
que son los chicos del invierno
lloran allá lejos,
aquí afuera hace sol.
Así es el trópico me digo.
Está bien, la noche será fría como siempre
pululante de gente riente y yo no quiero quedarme.
¿Un té antes de salir?
Algo más movido poné, ¿Qué se yo?
¿La Velvet Underground?
¿All Tomorrow Parties? – Definitivamente.
– Estoy esperando al Jíbaro. Max Power (jajaja!)
El dealer soy yo
… Uff…
III
(Noche)
Seis treinta pm.
Todo lo que necesito va conmigo,
dentro de mis bolsillos
los sucedáneos del paraíso.
¡Al fin es Viernes! me repito
mientras veo pasar a las nubes
bajas y grises desde la ventana del autobús,
y cómo todo es invadido por la niebla.
Llego al parque buscando el reconfortante verde,
el sitio es concurrido a esta hora por un sinfín de rostros jóvenes,
¿Buscarán lo mismo que yo? En medio de la mancha alguien conocido
que me reconforta un poco ¿Vas a fumar?
Por supuesto. Pero en mitad de todo el diluvio que ya se avizoraba hace su aparición.
¡Huyamos! Refugiémonos, le digo, todo es cuestión de paciencia. Luego desaparecemos.
El café es excelente, respondo. Y sí, claro que me gustaría conocer tu casa.
Y todos aquellos acetatos retumbando con el ruidito a púa dentro de mi cráneo
(son 10 años o más!). Siguen otros paraísos, liquidas absentas y brebajes auditivos.
¿Cuándo lo repetimos?
Vuelvo a desaparecer, son ya las nueve. Un par de llamadas consiguen vaciar algunas botellas. Todo fluye, los vapores se consumen y consuman el antiguo rito. Me alegró saludar a L. tiene unas manos tan suaves! Gracias, no bailo Vallenato, pero seguro nos vemos en Martes, Besos.
Y la noche avanza dando grandes pasos a mis espaldas.
Comienzo a marearme, ¡qué más da!
.
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